al río.
Qué raro se me hace
pensar
que quede nada tuyo y
mío.
He vuelto
atardeciéndome
pero sincero.
Después de tanto ruido,
de tantas canciones
calladas,
después del silencio,
del estruendo,
de la lluvia, de la
tierra, la sequía,
de tu nombre y de tu
olvido.
He vuelto y allí estaba
vespertino picoteando
el martinete,
y puntual, esperando donde
siempre,
tu vacío.
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